Una camiseta blanca básica por dos euros es barata. Por eso, cuando una máquina expendedora de color chillón situada en el centro de Berlín ofrecía las prendas por ese precio, camiseta entreno barça muchos de los que estaban allí se acercaron y metieron una moneda. Después de eso, los compradores podían elegir si comprar la camiseta o donar el dinero. Parece que han tirado unos espagueti en la camiseta», aseguraban en GQ. «¿De dónde han sacado esta idea», se preguntaban en Der Spiegel. «¿Son cerebros?